A miles de kilómetros del lugar donde te encuentras, en un país, en una ciudad, en un librería, un librero ocupa sus días en leer y releer todos sus libros. De vez en cuando algún cliente lo abstrae de su tarea y le pide algún libro extraño, «donde todo suceda en un bosque», por ejemplo, «no aparezca ningún aparato electrónico» o «se repita continuamente la palabra “indulgencia”».
La librería abre ininterrumpidamente los siete días de la semana y se permite la entrada a todo el mundo, incluso a las parejas de enamorados y a los grupos de más de dos personas, aunque son especialmente bienvenidos los fumadores y los solitarios.
El principal lema de su excéntrico regente es «no vender basura». ¿Y quién es él, para decidir qué es y qué no es basura?, le preguntan algunos clientes. Pues, precisamente, es el librero y con eso le basta. Y el único método eficaz que conoce para asegurarse de «no vender basura» es leerse todos los libros de sus atestadas estanterías.
En El librero Régis de Sá Moreira retrata con una imaginación desbordante la cotidianeidad de un insólito librero; un día a día lleno de encuentros, alegrías, penas, amistades, amores, libros, tisanas y mucha fantasía.