«Sueño con ello constantemente. Me despierto en el momento en el que se dispara el arma». Con estas palabras, Alec Baldwin define cómo se siente tras, por accidente, haber convertido una muerte cinematográfica en una muerte real. Pero ¿cómo habrían sido las cosas si esa muerte hubiese sido buscada?
Traslademos nuestro escenario a un Madrid hoy casi desaparecido, si bien conserva esos rincones que utiliza Simon Casas para enmarcar su trama con los mejores elementos del género negro clásico y un ágil manejo del monólogo.
Vemos a un hombre rayano en la obsesión persecutoria y partícipe de una película en la que cuenta su propio suicidio. Es el hijo de los dueños del bar Brillante, un escritor fracasado, sepultado por las dudas sobre su propia identidad y cuya escasa inspiración se ha agotado.
Varias son las voces que toman las riendas de la narración, polifonía que enriquece las dos misteriosas muertes acontecidas durante el rodaje de esta película donde las circunstancias son muy extrañas, y las casualidades, múltiples.
¿Qué es más fácil, disparar en sien ajena o en tu propia sien?
Un hombre y una mujer, hijos de la España rural y caciquil de los años cincuenta, huyen a lomos de un Ford Sierra azul través del desierto de los Monegros. Amenazados por un misterioso perseguidor, buscarán cobijo en la finca que los vio crecer. Pero, ¿existe refugio donde protegerse del pecado original?
El cielo que nos tienes prometido se configura como un western ibérico que indaga en la intersección entre la violencia rural, la moral católica y el absurdo de unos héroes incapacitados para la épica.
Bernardo Vorace constata, tras varios intentos frustrados de suicidio, que es un hombre inmortal. El descubrimiento lo lleva a cabo en la primera página de la novela, tras despertarse con un agujero de bala en la sien. El resto del relato consiste en la deriva criminal de un hombre a quien la imposibilidad de morir ha despojado de principios morales. Desea anularse a cualquier precio, sin que fructifique ninguna de sus tentativas.
Dafne y Cora no parecen hermanas. Una vive en el mundo de los sueños, la otra en el del orden y la practicidad. Pero conocen la manera de complementarse.
Sus diferencias se acentúan cuando se mudan, con su familia, a un lugar donde las normas sociales son muy diferentes. Una ciudad gestionada por un omnipresente Sistema donde hay reglas estrictas sobre el uso de las palabras y donde no existen los sentidos figurados. Un experimento sociológico que explora los límites del lenguaje y de las relaciones.
¿Cómo sobrevivirá ahí alguien que vive de su imaginación, como Dafne? ¿Qué quedaría de Cora sin los mundos alternativos que le presenta su hermana en su locura?
Una obra que traslada al lector a universos muy diferentes: reflexión íntima sobre los sentimientos, misterio, tintes poéticos y ficción distópica. También abundan las descripciones detalladas que caracterizan la obra de la autora. Como hilo conductor, empapa la historia una gran metáfora sobre la dualidad de todas las almas y el poder inevitable del lenguaje.
Miguel Queer, un profesor de literatura alcohólico, vive una intensa y tóxica relación con la diseñadora Ana Ferrer. El alcohol les une en un vínculo de dependencia. Mientras Ana se recupera de su adicción, Miguel deambula, merodea en una sucesión de pericias donde la violencia y el humor, a veces amargo, forman una pareja explosiva. Una novela donde el alcohol es la metáfora de una conciencia y de una sociedad en proceso de disolución.
En 1990, Xabier Pérez Larrea, pamplonés de 17 años, permaneció durante casi treinta horas en el mar agarrado a su tabla de windsurf, deporte que practicaba cuando desapareció, arrastrado por el viento y con mar encrespada, de la playa de la Pineda, en Salou (Tarragona). Más de 20 después, Eduardo Laporte, estancado en una crisis creativa, busca al protagonista de aquel suceso para entrevistarlo y reconstruirlo. Pero encontrará también varios paralelismos entre los naufragios de ambos.
Las demás muertes es una compilación de relatos de vida. Pepo Paz Saz, coyote y correcaminos del prestigioso sello de poesía Bartleby Editores, se desnuda y nos regala por fin esos textos que él nunca encontró en ningún libro.
Sus historias nos llegan familiares, cercanas, francas, con esa sensibilidad y perspicacia necesarias para escribir sobre los afectos, las relaciones personales, el roce diario, las vidas truncadas de los que se van y los que se quedan. De cicatrices y sueños también va este libro.
Quizá algunos entiendan que el cuento termina con su punto final; no resulta sencillo proponer al lector una historia de ayer o de hoy y plasmar esa sensación de continuidad, ya que la vida pasa por encima de los personajes y sus peripecias. Y así nos lo hace ver el autor.
Ficciones y vivencias cotidianas, nostalgia y realidad a ambos lados de esa frontera que es la puerta de casa, allí donde el niño o el adulto deben construir sus propios códigos, quizá donde la inocencia encuentra su espacio.
«Siempre que alguien me demuestra que la vida es así, pasado un tiempo compruebo que la vida no es así.»
Es imposible sintetizar todo lo que la presente antología recoge. Hay alegoría, metáfora y lirismo; hay reflexión, paradoja y lección; y hay también sensualidad, complicidad y sensibilidad. Con las pocas palabras de una frase, el autor destapa la realidad, muestra el otro lado de las cosas, obliga a pensar pero invita igualmente a disfrutar.
El antólogo de ROSTRO DESNUDO, Francisco Javier Irazoki, ha conseguido seleccionar aquí las mejores muestras del manejo del aforismo por parte de Juan Kruz Igerabide, una maestría incapaz de dejar indiferente a ningún lector.
«Sus aforismos se convierten en colirio para la percepción, dejándonos tras su lectura con el agridulce sabor de boca de haber descendido a los infiernos para emerger un poco más sabios, es decir: no tan ilusos pero tampoco derrotados.» Culturamas
Nombre de nacimiento: Gertrudis. Nacida en Isla Macaya, una isla española, pero crecida en Bar quisimeto (Venezuela). Tiene 15 años cuando llega de vuelta a la isla. Poco después de regresar, Tulita se siente desenvuelta como para contar una larga historia ante un público tan inesperado como receptivo. Al terminar el relato, “Tulita lucía más esbelta”. El cambio está en los ojos que la miran y se extenderá por toda la isla condicionando la vida de todos para siempre, “en esa época del año, las tardes son a veces interminables”.