TODO TAN TULITA, de Jesús Barrio

“La inclasificable prosa del escritor juega constantemente con la dilación, el requiebro, la musicalidad. El constante trampantojo” Zenda Libros

SOBRE LA OBRA

Hay casualidades tan significativas que por fuerza tienen que resultar premonitorias. ¿Cómo explicar, si no, que en la primera reseña que recibe el texto de presentación de Jesús Barrio, un más que interesante debut de este cántabro, cosecha del ochenta y dos, fogueado en el mundo del marketing y ahora profesor de lengua y literatura en Madrid, el duende de la imprenta haga de las suyas y multiplique el precio de portada hasta cifras desorbitadas? Eso es lo que ocurrió con Tan largas las horas, el debut en la media distancia del joven Jesús Barrio. Una errata tal vez no tan casual hizo que, en el papel prensa, el libro pasara de costar catorce euros a nada menos que ochenta y cuatro. ¿Casualidad? Podría ser. Aunque, ¿por qué no pensar que el crítico,  entusiasmado tras la lectura, no quiso corregir al editor y ajustar valor y precio, aunque tan solo fuera de forma simbólica y algo quijotesca?

“Nos sigue sorprendiendo por el universo literario que crea, alejado por completo de modas y actualidades” Javier Menéndez Llamazares (Diario Montañés)

Y es que la puesta de largo de Barrio, efectivamente, bien merece una tasación generosa. Y sus virtudes, que son muchas, justifican de largo la apuesta decidida de un autor de fuste para su sello, Demipage. Barrio nos sigue sorprendiendo por el universo literario que crea, alejado por completo de modas y actualidades: un exótico país hispanoamericano primero, una ficticia isla española, Macaya, más tarde… Ambas, detenidas en un tiempo indeterminado, en algún momento entre el fusilamiento de Aureliano Buendía y la llegada del hombre a la Luna.–

“Dos mundos sin nuevas tecnologías ni dilemas postindustriales, pero que a cambio comparten lo exótico y lo excesivo”

«Tulita hace que unas pocas páginas estén llenas de historias» RNE, Libroloquio

El entorno exuberante se traslada al lenguaje e incluso al comportamiento humano, donde se confunden, sin embargo, deseo y realidad. Los lectores debemos de agradecer la creación del personaje principal que liga todas las historias del libro: Tulita. Ella construye este singular artefacto literario, sin duda un personaje memorable.

A partir de ahí, la inclasificable prosa del escritor juega constantemente con la dilación, el requiebro, la musicalidad. El constante trampantojo. De profuso colorido, preñada de imaginería —exótica, pero también local—, destaca su aliento claramente poético, su búsqueda de la belleza formal, y su clara vocación visual. Bebe sin disimulos del realismo mágico, aunque en el fondo quiera hablarnos de una cotidianidad más que tangible, una sociedad como la nuestra tan ávida de trascendencia y emoción que ansía tanto una catarsis que, a la menor oportunidad, es capaz de comulgar con ruedas de molino. Advertir, eso sí, que al lector le gustan los meandros, los caminos viejos y jugar al despiste. Simbolismo y pirotecnia retórica,
también realismo que logran un resultado absolutamente cautivador, muy alejado del costumbrismo o la poesía.

INTERLUDIOS

T

Tulita tiene frío, todo el frío metido en ella como si allí hubiera ido a calentarse.

U

Tulita compró un pollo. Lo sacaba a la puerta de la casa para que los niños vinieran a verlo. Cuando se cansaba, lo metía en aquella caja de habanos y anunciaba una nueva función para el día siguiente. Mañana más, de tanto pío pío se nos metió la noche. Pero al pollo le salió un temblor y se murió. Lo mismo pasó con el pollito nuevo. Y con el siguiente. Así se le iban muriendo todos, pero los niños no dejaron de venir a casa. Les gustaba ver a Tulita enterrándolos en una maceta, cada uno tan bien plantado entre los terrones duros de su propia sepultura. Dispuso que las llevásemos a las ventanas, pero los pollos siguieron muriéndose y a la casa se le terminaron las ventanas. Por la noche Tulita vaciaba un vaso de agua caliente sobre la tierra de las macetas. Y después se acostaba. Qué lindos, decía con una voz de esparto. Qué lindos.

L

De acuerdo con Tulita, para bailar como Dios manda uno debe domesticarse el ombligo. Tienes que poner fuerza ahí como si se te fuera a desanudar, dice. Pero a mí me falta el nudo ese, o al menos no lo encuentro por ninguna parte. Cuando le digo que alguien me cerró aquello de otro modo, que quizás fueron las prisas o no sé, Tulita mira y siempre encuentra dos lazadas. Lo que pasa es que el cordón se te quedó pequeño. Eso es lo que me responde. Y entonces el baile.

I

Dormitorio principal. Por toda iluminación, una luna menguante. Las dos espaldas enfrentadas en mitad de la cama. Las dos duermevelas empapadas en sudor. No hay voz que no cuelgue de un hilo hecho de sueño.

UN HOMBRE. —Dame un poco de tiempo, Tulita.
TULITA. —No tengo ya nada.
UN HOMBRE. —¿Y qué hiciste con él?
TULITA. —Lo maté. ¿No lo notaste? Se murió aquí entre
nosotros.
UN HOMBRE. —No lo noté, no.
TULITA. —Es raro, porque lo enterramos dentro de ti.
Tuvo que sentirse como un duelo o algo así.
UN HOMBRE. —Nada. No sentí nada de eso.
TULITA. —Qué cosas. Bueno, es tarde. Ahora duerme.
UN HOMBRE. —Espera. Igual sí estoy sintiendo algo.
TULITA. —¿Pero dónde?
UN HOMBRE. —Aquí, en un costado.
TULITA. —Eso no son más que malas posturas.

T

Yo le hablé del asunto mío, de eso que me dolía tanto. Está de ser, dijo Tulita. Y después calló.

A

Por la mañana, los pies de Tulita saben a almendra. Las piernas de Tulita una vez me dijeron algo, pero hablaron al mismo tiempo y no entendí nada de aquellas palabras suyas. Más arriba es todo tan Tulita.

SOBRE EL AUTOR

Jesús Barrio nació en Cantabria en 1982. Creció en Un barrio periférico de una ciudad periférica, un lugar separado del centro por un recinto ferial de cien mil metros cuadrados. Vive en Madrid desde 2007, donde trabajó en el mundo del marketing y como coordinador de actividades culturales. Actualmente es profesor de literatura. En 2017 publicó Lo que no está, su primera colección de relatos. Tan largas las horas fue su presentación en la editorial Demipage, y ahora nos vuelve a sorprender con Todo tan Tulita, una colección de relatos mágicos engarzados alrededor de un personaje fantásticamente real como es Tulita.

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«Querido David:

Te escribo a ti porque me dijeron que quizás tú podrías sacarle el sentido a estos papeles viejos que encontré por casa.

Cuando murió el señor Benjamín, que Dios lo tenga en su gloria, nos llevó mucho tiempo limpiar aquella habitación tan echada a perder. Como quien dice, el abuelito se pasó una vida entera allí metido. Y resulta que, en un aparador todo cuarteado, una carpeta color esmeralda había sobrevivido a lutos y partos. Fue en ella donde encontramos esta sarta de macayadas a las que aquí nadie les encuentra la gracia. Por mucho que se las mire, no dejan ver ni un solo chiste, ni siquiera algo en lo que tirar unas horas tan largas como son las horas de por aquí.

Ahí te van todas ellas, así tal y como las encontramos.

Tulitamente,

Tulita.»

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