Cuando abres este bello y luminoso libro, Courbet se ve como un muerto, asesinado por la Comuna de París, de la que sostuvo ardorosamente su acción, (tuvo que huir fuera de Francia porque le reclamaban cantidades ingentes por el derribo de la columna Vendôme). El novelista se cierne sobre este Courbet con la más alta delicadeza. Nos acerca a un Courbet cuyo máximo placer era bañarse «en cualquier corriente, arroyo, río o lago que no fueran alcanzados por el hielo o la sequía». Bajo la pluma elegante de Bosc resurgen todos los matices de este hombre singular, con su barrigón y su barba de leñador, amante de la carne, continuamente maravillado por la alegría de vivir, a quien le gustaba reír y hacer reír, opinando de todo y sin relajar en momento alguno su libertad.
En Los reyes poetas, Catherine François reconstruye la vida de las cortes literarias de Almería y de Sevilla en el siglo XI con absoluta fidelidad a los hechos históricos. Su relato dramatizado consigue encarnar personajes hasta hoy difusos en escenas llenas de emoción y pone de manifiesto el papel de la poesía en la política de la época. Sorprende la precisión con que una autora extranjera se adentra en una parte compleja de la historia española, convirtiéndola en materia poética de primer orden. Con una poderosa visión integradora, este libro se eleva a la altura de los clásicos.
Esta obra está estrechamente relacionada con la biografía del autor, cuya madre fue víctima de las terribles deportaciones y desplazamientos que sacudieron a Rusia y a Polonia durante la Segunda Guerra Mundial.
Como miles de exiliados rusos, su madre acabó en Bélgica, en principio, una escala en su sueño de vida americano. Allí malogró un primer matrimonio del cual nació el hermano mayor de Eugène. A partir de ahí, sueños rotos, sufrimiento y enfermedad. Ella «rompió todos los puentes» con su pasado, por lo que su historia personal se convirtió en un misterio, retales de dimes y diretes mal cosidos aquí y allá.
Savitzkaya confiesa ignorar casi todo de la historia de su madre, por eso se embarca en la escritura de Mentir, una brillante y escalofriante narración donde salen a escena decepciones, incertidumbres, tristezas y finales. Ella, privada de su sueño de evasión, sugiere al narrador la imagen de una fiera enjaulada y da lugar a una historia hueca: habladurías traducidas a literatura.
Esta historia refleja la «duda fundamental» que se instala en el corazón de la modernidad literaria: el narrador-mentiroso que se contenta con hipótesis y aproximaciones, en esta ocasión, para crear esta sobrecogedora y obsesiva letanía.
Mentir fue el primer texto publicado por Savitzkaya a la edad de 22 años y es la primera vez que se publica en español con una traducción sublime.
El 31 de marzo de 1848 los ruidos en la granja de la familia Fox se volvieron ensordecedores. Las hijas pequeñas decidieron contestar con golpes a aquellos crujidos que les atemorizaban, hasta que poco a poco la siniestra sinfonía se fue convirtiendo en un diálogo. Aquella noche, en Hydesville, Nueva York, las hermanas Fox se convirtieron en las madres del espiritismo. Entre ritmos gospel y folk, Teoría de la niña fea recrea la América efervescente de mediados del siglo XIX, donde un nuevo liberalismo convivió con la pasión religiosa de las sectas perseguidas en Europa, que veían en aquel territorio la posibilidad de una incipiente utopía.